lunes, 15 de agosto de 2016

Gals panic!


Este juego es un clásico de cualquier salón recreativo, y siempre, lo que se dice siempre, se guardaba alguna moneda para echar una partida, aunque sólo fuera por pura picaresca.

El sistema de juego es bien sencillo. En la pantalla de inicio de partida, aparecen una unas señoritas a elegir. Una vez elegida, deberemos superar los niveles, siendo una bolita que cerrando partes de la pantalla va dejando ver la imagen que tenemos de fondo. La gracia está, en que cuantos más niveles superemos, más ligera de ropa aparece la chavala. Pero esta tarea no será moco de pavo, ya que por toda la pantalla aparecen objetos que si nos golpean nos quitaran una vida. A esto se le unirá que tenemos un tiempo determinado para terminar el nivel.


Durante la partida podremos coger diferentes items que nos volverán más rápidos o lentos, invulnerables durante algún tiempo o incluso cambiar la imagen de fondo por una rana o cualquier otra cosa.

La bolita responde a la perfección al movimiento del joystick, aunque en ocasiones nos quedemos atascados en algún punto intentando retroceder para no ser golpeados por algún objeto que pulule por la pantalla.

La música es totalmente intrascendente durante el juego. Los elementos de la pantalla de vez en cuando tienen algún efecto cuando te golpean, lanzan un ataque un poco más especial o cuando mueres.


Lo dicho, es un juego para nostálgicos, aunque como juego de puzzles en sí, no tiene desperdicio alguno, es original y posteriormente se intentó copiar la idea en consolas familiares pero sin suerte, ya que perdieron algo muy importante, la chispa.

Gráficos: 7 no estaban mal, pero al ser un arcade podía dar más de sí.

Jugabilidad: 8,5 genial, si no fuera por esos malditos atascos cuando huyes...

Sonido: 6 la verdad, no es lo más importante del juego.

Diversión: 8,5 independientemente del contenido erótico-festivo del juego, es divertido.

Dificultad:8,5 es difícil y mucho. Tendrás que armarte de paciencia para pasar todas las pantallas, pero merecerá la pena.

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