viernes, 12 de agosto de 2016

Donkey Kong Country 2




Empezamos con este juego, ya que he dado buena cuenta de él hace poco. 

Corría el año 1995, cuando apareció esta secuela para Super Nintendo, y Donkey Kong, parecía una apuesta segura para echar unas cuantas horas de vicio pleno.


El juego continua la historia después de los acontecimientos ocurridos en la primera parte. En este caso, el rey Kremling, ha secuestrado a Donkey y el que anteriormente era su compañero de fatigas, Diddy, ahora es el protagonista del rescate del gran simio. Pero no estaremos solos durante la aventura, a nuestro lado estará Dixie, una monita que tiene la capacidad de planear con su coleta.




Y así, comienza el juego, nos encontraremos en un galeón pirata y de ahí en adelante las fases transcurrirán con la dinámica conocida de la anterior entrega: muchas plataformas, enemigos que sortear o golpear, buscar cuevas secretas y recoger todos los plátanos que podamos. 


La primera impresión que nos da, es que los gráficos se han mejorado, los personajes parecen un poco más grandes y nitidos, y el escenario está más definido y repleto de elementos. Enseguida aparecen los primeros enemigos para acomodarnos a los controles, que en el caso de Diddy son idénticos a la anterior entrega, pero realmente quien nos interesa es Dixie, por lo que cambiamos de personaje de inmediato y descubrimos su capacidad para planear, como diferencia principal respecto a nuestro compañero.


En muchos niveles, contaremos con la ayuda de viejos amigos (Rambi, el rinoceronte; Enguarde, el pez espada y Squacks el loro) y de otros nuevos (Squitter, la araña que dispara telarañas para matar a los enemigos y también crear plataformas para alcanzar lugares normalmente inaccesibles; Rattly, la serpiente posee la habilidad de saltar muy alto; Clapper, la foca ayuda al jugador a pasar por el agua, ya sea enfriándola para no quemarse o congelarla para caminar sobre ella y Glimmer, el pez linterna), aunque, también dispondrán de niveles exclusivos para ellos.




Pero no es oro todo lo que reluce, o por lo menos para mí. En esta entrega, se ha implementado un sistema de monedas, unas son para negociar con Kremlings y otras con la familia Kong. Con ellas podremos realizar minijuegos a modo de trivial, guardar la partida e incluso acceder a niveles secretos. Este sistema, me enervaba en el 95 y ahora también, ya que nunca comprendí la necesidad de la recolección monetaria si ya era bastante complicado realizar el 100% del juego.

La dificultad del juego sin ser muy elevada, se va incrementando a medida que avanzamos por los mundos, encontrándonos con niveles realmente desesperantes (la Torre tóxica fue y es un auténtico infierno). Su duración se ve incrementada respecto a la entrega anterior, pero al igual que antes, el juego es rejugable hasta la extenuación, ya que siempre nos dejaremos alguna cueva secreta o moneda sin descubrir.




Para mí, un gran juego. No lo puedo catalogar como nostalgia pura, pero es un obligado para cualquier retrogamer.

Graficos: 9,5 geniales, de lo mejor que se puede encontrar en Super Nintendo.

Jugabilidad: 9 ajustada al milímetro. Le daría un 10, pero nunca me acostumbre a la serpiente.

Sonido: 9 melodías pegadizas que acompañan perfectamente a cada nivel.

Dificultad: 6 pasárselo nos es difícil, pero encontrar todo sí.

Diversión: 9 monos saltando y metiendo caña a cocodrilos, ¿qué más se puede pedir?



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